Cada vez que en la vida nos encontramos frente a un obstáculo, tenemos tres alternativas: saltarlo, rodearlo o atravesarlo; paralizarse o rendirse nunca son una posibilidad.
Cuando en junio del 2017 viajé por primera vez a una capacitación con mi mentor Jack Canfield, recuerdo que él abrió el evento con la siguiente pregunta: “¿Saben qué diferencia a una persona exitosa de una que no lo es?”. El auditorio quedó en silencio, y poco a poco nuestras caras se fueron iluminando al pensar que él nos revelaría la “fórmula mágica”. Jack, mirándonos con una sonrisa pícara nos dijo: “la perseverancia”. Y a partir de ese momento hice un rito de la persistencia.
Puede que vaya lento o que vaya rápido en la vida, según quien me observa desde afuera, pero con los años (que nunca vienen solos) aprendí que lo importante en el camino de la vida no es llegar rápido sino simplemente llegar. ¿Cómo se logra? Redoblando la apuesta siempre. ¿Por qué? Porque el fracaso no es más que el haberse retirado del juego antes de tiempo. No hay dos bandos: los exitosos y los losers (como dicen mis hijos), sino que el mundo se divide entre quienes logran lo que quieren y quienes renuncian antes de llegar a la meta. ¿Hasta cuándo sos capaz de perseverar para concretar tus sueños? Yo, toda la vida…
¡Contame en el post! Te leo.