Ni buenos ni malos, ni tontos ni inteligentes, ni cuerdos ni locos, somos la suma de todo. Lo puro no existe, a veces hacemos las cosas bien y a veces nos equivocamos. Pensar un mundo en el que solo existen opuestos es pensar en un mundo binario de
solo dos colores: blanco y negro.
A mí, en cambio, me gusta pensar que somos personas tratando de hacer lo mejor todo el tiempo aunque a veces no nos salga y que ahí es donde radica nuestra humanidad. Si juzgamos -y nos juzgamos- sin considerar la posibilidad de que constantemente estamos aprendiendo, reducimos esta vida solo a dos opciones y nos perdemos su riqueza. A veces hacemos las cosas bien, a veces actuamos mal, a veces estamos en lo correcto y a veces no, no somos nuestras ideas, no somos eso que dijimos hace un tiempo, no somos lo que nos pasó en la infancia, somos personas en constante evolución.
Nunca te dejes definir por un opuesto, no siempre tenés razón y el otro está equivocad@ (así es como empiezan las guerras), no
creas que sos buen@ (porque es imposible serlo todo el tiempo para todo el mundo) pero tampoco creas que sos mal@. Sos alguien que hace lo que puede con las herramientas que tiene en este determinado momento de la vida. Estás triste, estas content@, tenés miedo, a veces peléas y a veces claudicás. No sos el que eras ayer ni tampoco quien que vas a ser mañana. No juzgues a una persona por lo que hizo en el pasado porque la que ahora está enfrente a vos no es la misma, en el medio tuvo aprendizajes, descubrimientos, dolores y alegrías que la cambiaron por completo.
No te quedes en los halagos ni las criticas, porque probablemente las dos haya algo verdad. Que los opuestos nunca te definan y te hagan creer que la perfección existe. Abrazá tu humanidad, celebrá tu crecimiento y abrazá al que piensa distinto porque te está enseñando algo.